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Un Mes En La Vida De Van Gogh:
Febrero De 1890


ANTECEDENTES. Con frecuencia se ha dicho que Vincent van Gogh escribió su biografía con un doble lenguaje, el de su obra literaria, sus cartas, y el de su obra artística, sus cuadros.

El análisis de la correspondencia del mes de Febrero de 1890, y de los cuadros realizados en el mismo período, parecen confirmar esa idea, ya que entre la vida y la obra del pintor se produce un paralelismo muy destacado, paralelismo que, sin embargo, no debe ser extrapolado con la misma intensidad a otros períodos de su vida.

Podría decirse que, de una forma global, el estado de ánimo del pintor durante este mes es de una melancolía esperanzada. Sus problemas siguen con él, con altibajos en su estado de ánimo, pero algunas luces, que comienzan a encenderse en el horizonte, alimentan su inagotable esperanza y le hacen pensar, una vez más, que su vida puede cambiar.

Son factores positivos algunos éxitos profesionales, como el artículo que el crítico Albert Aurier había escrito en el Mercure de la France en términos elogiosos para el pintor; su participación en la exposición de los Impresionistas en el Grupo de los XX en Bruselas, junto a Gauguin, Renoir, Bernard, Toulouse Lautrec, y otros, y donde sus girasoles atrajeron fuertemente la atención de los visitantes; y la adquisición del supuestamente único cuadro vendido.

Otro factor destacado es el del nacimiento de su sobrino, al que llamarían Vincent en honor del pintor, y que lógicamente produce un acercamiento afectivo de toda la familia alrededor del evento.

Desde el punto de vista de su salud, Vincent está convencido de que el abandono del hospital de Saint Rémy donde estaba internado, y su marcha hacia el Norte había de ser beneficioso para él.

Como aspectos negativos pueden citarse la falta de libertad que padece por su internamiento en el hospital psiquiátrico y la grave recaída que tuvo a final de mes.

Todas estas circunstancias le hacen añorar su tierra, su familia, sus amigos, especialmente a Gauguin y a Mme. Ginoux, y son motivo, al mismo tiempo, de optimismo e inquietud.

 

CLASIFICACIÓN DE LOS CUADROS. La agrupación de los cuadros en función de los criterios que a continuación se indican puede aportar sugerencias en la relación vida-obra del pintor.

  

LUGAR DE REALIZACION COPIAS ORIGINALES AUTORES DE LOS  CUADROS COPIADOS
Taller Arlesiana   Gauguin
  Bebedores   Daumier
  Ronda de presos   Doré
  Leñador   Millet
  Cipreses   Obsequio para Aurier
    Recuerdos del Norte  
Aire Libre   Ramas de Almendro Obsequio para su sobrino

De esta tabla se deduce que la mayor parte de las obras realizadas en el presente mes ha sido elaborada en el taller, lo que indica, la falta de libertad de movimientos en un pintor como Van Gogh, realista y amante del contacto con la naturaleza.

Una segunda deducción es el contenido afectivo de los cuadros que, o están inspirados en obras de pintores amigos o admirados por el artista, o son realizados para personas a las que quiere o aprecia, o le recuerdan a su tierra.

 

LA RONDA DE LOS PRESOS. (F669; JH1885) En este cuadro, inspirado en una xilografía de Gustave Doré, el pintor se incluye entre los presos, representado por la figura que mira al espectador. Muestra la angustia que le produce la falta de libertad causada por su estancia en el hospital psiquiátrico.

El simbolismo del cuadro puede ser extendido o otra problemática de la vida del artista como el círculo vicioso de las recaídas y recuperaciones de su enfermedad; a sus dudas sobre marcharse o quedarse en el Sur; o a la falta de éxito profesional, a pesar de su esfuerzo por mejorar su pintura cambiando de estilo, de colorido o de formas: al final siempre se encuentra con el escollo de la falta de aceptación comercial de sus obras.

De este lienzo escribiría Bernard, el pintor amigo de Van Gogh: " La Ronda de los Presos es terriblemente simbólica. Para él (Vincent) la vida era una prisión con las paredes muy altas,... y la gente que iba dando vueltas sin cesar en esta prisión eran como los pobres artistas con los malditos marchantes con el látigo del Destino".

 

LOS BEBEDORES. (F667; JH 1884) Cuando Vincent ingresa voluntariamente en el hospital psiquiátrico de Saint Rémy era un alcohólico crónico de bebidas fuertes como absenta y coñac. A poco de ingresar, mayo de 1889, comprendiendo que debía dejar la bebida, escribió: "Aquí vivo sobriamente, porque tengo posibilidad de hacerlo; antes bebía porque no sabía qué hacer". Pero la sobriedad disminuye, según él mismo, su capacidad artística: "Es una diferencia como la de pintar gris o coloreado. Voy, en efecto, a pintar más gris."

Es decir que el abandono del alcohol iba a perjudicar la calidad de su pintura. No obstante, estando ya en Auvers, en Junio de 1890, escribió a Monsieur Ginoux, el marido de la Arlesiana: " Además, desde que no bebo, hago mejores trabajos que antes; por lo menos algo he salido ganando", con lo parece que ha cambiado de opinión sobre los efectos negativos de la abstinencia sobre su vida artística.

Entre estas dos frases, que parecen el principio y el final de un período de desintoxicación, han transcurrido, aproximadamente trece meses, en medio de los cuales han debido haber, lógicamente, recaídas y estados de ansiedad por síndrome de abstinencia.

"Los bebedores" es una reproducción de un grabado de Daumier, en la que cuatro personas de diferentes edades, primera infancia, juventud, madurez y vejez, (o la misma persona en distintas etapas de su vida) beben con ansia de enormes vasos, alrededor de una mesa con una gran jarra.

El cuadro, que supone una sátira o una denuncia contra el alcoholismo, en el sentido de que el vicio puede acompañar a la persona desde su infancia hasta la vejez, o que puede arrebatarla en cualquier edad de su vida, implica también un recuerdo hacia sus excesos en París y Arlés. Es posible que la misma ansia de beber representada en el cuadro estuviera relacionada con un momento de síndrome de abstinencia del pintor, o al menos, con un momento en que echara de menos la bebida.

 

CIPRESES Y DOS MUJERES. (F621; JH1888) Es una reproducción, no exacta, pero muy parecida, del cuadro "Cipreses con dos figuras femeninas" (F620; JH 1748) pintado en Junio de 1889, y que regaló al crítico de arte Albert Aurier en agradecimiento por el elogioso artículo que sobre Van Gogh publicó en la revista Mercure de France.

Referente a ello, escribió a su hermano (carta 626, 10 de Febrero aproximadamente): " Creo que te gustará el cuadro para M. Aurier; es un terrible empaste grueso, trabajado como algunos Monticelli; lo he guardado durante casi un año.

Yo creo que debo darle algo bueno por este artículo, que es una obra de arte en sí mismo, y nos hará un real servicio el día en que nosotros, como cualquier otro, estemos obligados a tratar de recobrar el coste de los cuadros.

Cualquier otra cosa más allá me deja indiferente, pero recobrar el dinero que cuesta producirlos es la mínima condición para poder continuar."

En la carta de agradecimiento a Aurier (626ª, de la misma fecha de la anterior) decía: "En el próximo envío de cuadros para mi hermano, incluiré un estudio de cipreses para Vd. si me hace el favor de aceptarlo como recuerdo de su artículo. Estoy trabajando todavía en él, porque quiero añadirle una pequeña figura.

El ciprés es característico del paisaje de la Provenza, Vd. lo verá y dirá- El negro es también un color. Hasta ahora no he sido capaz de hacerlos tal como yo los siento: las emociones que me atenazan ante la naturaleza pueden causarme la pérdida de la consciencia, seguido de unos quince días durante los cuales no puedo trabajar. Sin embargo, antes de irme de aquí volveré a la carga y atacaré los cipreses.

El estudio que he elegido para Vd. representa un grupo de ellos en el rincón de un campo de trigo durante un mistral de verano. Hay una nota de color negro sin nombre en el incansable borrascoso azul del ancho cielo, y el bermellón de las amapolas contrasta con esta nota oscura."

El mismo Vincent reconoce, y Aurier lo sabe, la dificultad que encierra pintar cipreses a causa de su color oscuro y su forma. "Se necesita una cierta dosis de inspiración, un rayo de lo alto, que no está en nosotros, para hacer cosas bellas. Cuando hice los girasoles busqué algo como contraste y equivalente, y me dije: Es el ciprés."

Si los girasoles pueden simbolizar la personalidad de Van Gogh durante su estancia en Arlés, los olivos y los cipreses pueden representar su personalidad en Auvers. Los olivos y cipreses son elementos inseparables del paisaje de la Provenza.

No es extraño, pues, que Vincent desee regalar al crítico de arte una obra que, siendo de difícil ejecución, represente al mismo tiempo el paisaje provenzal y la personalidad del artista.

 

CASAS DE CAMPO AL SOL. RECUERDOS DEL NORTE (F674; JH 1920)

El éxito obtenido en Bruselas durante la exposición organizada por el Grupo de los XX y la venta de su primer cuadro a una dama belga, a precio de artista, pudo hacer pensar a Van Gogh que su obra podría ser más apreciada en su país. Esto, unido a su falta de libertad en el hospital, y la creencia de que el viento casi constante de la Provenza perjudicaba su salud, le hizo echar de menos, sentirse nostálgico de su tierra. Aunque no fuera así, es muy posible que, habiéndose criado en los verdes paisajes de Holanda, se sintiese saturado del sol y de la aridez del paisaje Mediterráneo tras vivir dos duros años en el Sur y deseara acercarse a su tierra y a su gente.

Van Gogh siente la necesidad de irse, pero duda: "Ahora que me siento bastante bien de salud pienso que, si fuera a vivir contigo algún tiempo, me haría mucho bien para contrarrestar la influencia que los compañeros que tengo aquí ejercen sobre mí. Pero creo que no hay prisa, y debemos considerar si éste es el momento para viajar; quizá, dejando el viaje, pudiéramos hacer algo por Gauguin o Lauzet".

" La vida aquí no es muy cara, creo que en el Norte gastaríamos más, por lo que si me fuera contigo algún tiempo, lo mejor sería volver y continuar con mi trabajo aquí"

Gauguin había insinuado, sin mucha insistencia, la posibilidad de ir a Antwerp con Van Gogh y algún otro pintor, pero Vincent teme la competencia de otros pintores nativos, ya asentados, que les hicieran un cerco, aislándolos. Piensa que serían considerados como aventureros y terminarían por marcharse de allí, y por supuesto que no podrían contar con los marchantes de la zona. Sin embargo le agradaría ir para reanudar los estudios de campesinos que, lastimosamente, abandonó.

Una vez más se produce ese círculo vicioso de contradicciones entre ir o no ir al Norte. A su madre le escribe que, una vez acostumbrado al clima del Sur, el del Norte podría no sentarle bien, pero para probar, intentaría pasar antes unas semanas en París.

Realizado de memoria, en un momento de añoranza de su tierra, recoge este lienzo un paisaje amable y tranquilo, de chozas de Holanda bajo el sol, con sus chimeneas humeantes que sugieren que se encuentran habitadas y encendido el fuego del hogar, esperando el regreso del campesino a su modesta pero cálida vivienda tras una dura jornada de trabajo.

Es casi idéntico a "Casas de campo a la puesta del sol" (F673; JH1919) del que se diferencia fundamentalmente por la luz distinta del atardecer, y tiene similitudes con "Recuerdos del Norte" (F675; JH1921) ambos fechados en Marzo-Abril, lo que nos sugiere que quizá "Casas de campo al sol" debiera ser datado también en esas fechas.

Todo este grupo de cuadros, con el denominador común de ser recuerdos del norte, indica la melancolía y la añoranza que el pintor sentía por su tierra natal. Cuando llega a Auvers repite la perspectiva de estos motivos imaginados al realizar "Casas con tejado de paja" (F750; JH1984) tomado del natural.

 

EL LEÑADOR. (F670; JH 1886) Theo disponía de una buena colección de grabados, adquiridos fundamentalmente a instancias de Vincent. Este no tiene inconvenientes en hacer copias de cuadros de otros pintores, puesto que realiza una recreación del motivo, variando parte de las formas o del color, a partir de grabados en blanco y negro.

Entre sus pintores favoritos se encuentra Millet, al que siempre admiró, y a quien tuvo como inspiración y modelo, y que ejerció una gran influencia en la realización de sus cuadros de campesinos durante su primera época como pintor.

No es de extrañar que en el periodo de enclaustramiento pintase algunas obras de Millet, entre las que figura el Leñador, mostrando con ello una añoranza de sus primeros tiempos, tanto en la elección del motivo como en la elección del autor del cuadro original.

 

LA ARLESIANA. Durante el mes de febrero de 1890 pintó, al menos cuatro reproducciones de este cuadro. (F540; JH1892) (F541; JH1893) (F542; JH1894) (F543; JH1895) De ellos, tres están localizados y el cuarto en paradero desconocido, aunque existe una reproducción fotográfica de él. Si se tiene en cuenta que Van Gogh perdió uno durante el ataque de enajenación mental que sufrió en este mes, pudo existir un quinto cuadro.

Madame Ginoux, "La Arlesiana", propietaria junto con su marido de un bar de Arlés, accedió en Noviembre de 1888 a posar al mismo tiempo para Gauguin y Van Gogh, quienes la pintaron de frente y de perfil respectivamente. Fue este trabajo motivo de una de las discusiones entre ambos pintores, ya que, mientras Gauguin preparaba unos bocetos, Vincent terminó completamente su obra.

Pese a ello, las reproducciones realizadas en este mes tienen una fuerte carga emotiva, en cuanto recogen sus sentimientos hacia Gauguin y la modelo.

A Gauguin, a quien apreciaba y admiraba, lo recuerda constantemente, hasta el punto de que lo menciona en todas las cartas de este mes, incluidas las de su madre y su hermana. No en vano uno de sus soñados proyectos de libertad era irse con Gauguin a Antwerp. Los cuadros no son copias de su propia obra, sino de la de Gauguin, hechos a partir de un boceto que éste le pudo haber cedido u olvidado al abandonar la Casa Amarilla. Con ello quiere demostrar a su compañero que su estancia en Arlés fue positiva para Vincent, y la reproducción significaba una síntesis de ambos pintores. Una de las copias fue regalada a Gauguin quien la alabó mucho.

La Arlesiana había caído enferma de depresión casi al mismo tiempo del primer ataque de Van Gogh, y hasta la fecha no se había recuperado. Vincent, sufriendo una enfermedad análoga le escribió en alguna ocasión animándola, e intentó visitarla aunque no pudo hacerlo por impedírselo una recaída. Quiere volver de nuevo a Arlés para demostrarse a sí mismo que puede viajar solo y relacionarse con los demás, sin temor a la enfermedad. Quiere aprovechar el viaje para visitar a la Arlesiana y regalarle una de las copias de su cuadro, pero no lo consigue porque es afectado de una nueva y, esta vez, terrible recaída.

La expresión melancólica, pensativa, nostálgica del cuadro se corresponde con los propios sentimientos de Vincent. La mezcla en esta obra de los recuerdos de Gauguin, de la Arlesiana, y de su propia problemática, convierten al cuadro en un grito silencioso de dos de las cuestiones que más le afectan en ese momento: su salud y su libertad.

 

RAMAS DE ALMENDRO EN FLOR. (F671; JH 1891) Es un cuadro no muy popular, no es de los más conocidos y apreciados de los seguidores de Van Gogh, pero encierra una gran cantidad de detalles que sirven para confirmar las cualidades artísticas del autor, y que, en otra ocasión, será motivo de un artículo monográfico.

Por el momento baste decir que este cuadro fue realizado expresamente como obsequio para su sobrino recién nacido, y que Vincent puso todo su cariño en él, llegando a decir (628): "Verás que era quizá el mejor, la cosa más pacientemente trabajada que yo haya hecho, pintada con calma y con gran firmeza de pincelada. Y al día siguiente, caí abatido como un animal."

Efectivamente, el día 22 de Febrero marcha solo a Arlés para probarse, antes de irse de Auvers, que puede valerse por sí mismo (Véase el artículo "El Alcoholismo en Van Gogh") y sufre un ataque de su enfermedad, el más fuerte de todos, que inhibe su actividad durante unos dos meses.

José Navarro

Utrera (Sevilla) España, Noviembre 1998


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