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Evolución Artística de Van Gogh:
(y VIII) Van Gogh Visto Por Sus Contemporáneos


Introducción. Desde la muerte de Vincent van Gogh, y, especialmente, desde que comenzó a ser famoso, se han escrito miles de artículos, en los que se han analizado su vida, su obra, su enfermedad, su estilo... esta inmensa cantidad de información, frecuentemente contradictoria, unida a la fama universal del pintor, puede constituir como una pesada losa que aplaste las propias opiniones de cualquier sencillo admirador de Van Gogh.

Por eso, pudiera ser interesante recordar aquellos primeros comentarios o críticas artísticas emitidas por sus contemporáneos, cuando el artista aún vivía y no era aún un genio, sino solamente un pintor más de los muchos que luchaban por hacerse un sitio en el mundo del arte.

Estas primeras opiniones, en medio de tanta maraña informativa, libres de la presión de la fama, o de la influencia de su muerte prematura, aportan una información fresca y sincera, que es posible que ayude al lector a formarse una idea más auténtica de un artista tan complejo.

Sería utópico pensar que por los motivos antes apuntados, la crítica pueda ser absolutamente objetiva. La tradición academicista de la pintura francesa, o la tendencia simbolista de la mayoría de los comentaristas, pueden haber ejercido su influencia, pero no obstante esas primeras críticas arrojan una luz que los estudios posteriores pueden haber obscurecido, dando lugar a que las ramas no dejen ver el bosque.

La obra de Van Gogh, pudo ser vista parcialmente en la tienda del vendedor de pinturas Pére Tanguy, en la propia casa de Vincent van Gogh en París, en las exposiciones del Salon des Independants y en las exposiciones de Les XX en Bélgica. Curiosamente son escasísimas las referencias a que su hermano Theo hubiese mostrado los cuadros de Vincent en la tienda que regentaba. Se ha dicho que Theo tenía cierta timidez para ofrecer los cuadros de su hermano.

Se debe destacar que los comentarios que se exponen se producen sobre las obras expuestas desde 1888, y de las que están ausente sus cuadros del período holandés.


Año 1888. En la exposición celebrada en el Salon des Independants, desde el 22 de marzo al 3 de Mayo, Van Gogh expuso tres cuadros de influencia neoimpresionista: (F316; JH1246) (F350; JH1245) y (F359; JH1332).

Gustave Kahn escribió: “Monsieur Van Gogh tiene una pincelada vigorosa en sus grandes cuadros de paisaje, pero cuida poco el valor y la exactitud de sus tonos. Una policromática multitud de libros (F359; JH1332) se presenta a manera de tapiz. Mientras este motivo es satisfactorio para un estudio, no puede servir de pretexto para una pintura”.

Gustave Kahn, de tendencias anarquistas, era un poeta que negaba la antigua técnica de versificación. Fue director de la publicación periódica “La Vogue”, de influencia simbolista. Era simpatizante del neoimpresionismo.

Respecto al anterior comentario, Vincent escribió a Theo (carta 474): “Creo que lo que Kahn dijo es verdad, que yo no he considerado suficientemente el valor, pero ellos dirán dentro de poco cosas muy diferentes y no menos verdaderas.

No es posible obtener al mismo tiempo valor y color. TH. Rousseau hizo eso mejor que nadie, y, con la mezcla de colores, el oscurecimiento que el tiempo ha producido en sus cuadros se ha incrementado y sus obras son irreconocibles. No se puede estar en el polo y en el ecuador al mismo tiempo. Hay que escoger una línea, como yo pienso hacer, y será posiblemente la del color”.


Año 1889. Del 3 de Septiembre al 4 de Octubre, Van Gogh expuso en el Salon des Independants, dos cuadros: (F608; JH1691) y (F474; JH1592).

Félix Feneón escribió: En “Los Lirios,” las hojas, como espadas, acuchillan sus pétalos. Monsieur Van Gogh es un colorista divertido, aún en una extravagancia como su cuadro “Noche Estrellada” (F474; JH1592) en el que el cielo se ha interpretado como un amasijo de pinceladas planas, y las estrellas parecen un remolino de colores blanco, rosa y amarillo que han sido presionados directamente desde el tubo. Triángulos de color naranja penetran en las aguas del río, y unas extrañas y siniestras figuras se mueven apresuradamente cerca de las negras barcas”.

Félix Fénéon era escritor y crítico de arte del simbolismo. Participó en la creación de varias revistas y publicó artículos mordaces de gran valor literario sobre los impresionistas. Fue defensor del neoimpresionismo, cuyo término acuñó, y fue acusado de anarquista.


Año 1890. Albert Aurier publicó en el mes de Enero un artículo sobre Van Gogh en la revista “Mercure de France”. Su título era “Les Isolés: Vincent van Gogh”. En él, tras una primera impresión literaria, escrita en el lenguaje preciosista, oscuro y exuberante de los simbolistas, escribe (Se transcribe solo unos fragmentos): “Lo que caracteriza su trabajo es su exceso de vigor, de nerviosismo, su violencia de expresión, su frecuente simplificación de las formas, su insolencia de enfrentarse al sol directamente, la vehemente pasión de su dibujo y color... su obra revela una personalidad poderosa, viril, desafiante, a menudo brutal, a veces ingenuamente delicada.

Todo esto se descubre en sus casi orgiásticas exageraciones de todo lo que pinta; él es un fanático, un enemigo de la sobriedad y pequeñez de la burguesía, una especie de gigante ebrio, más apto estremeciendo montañas que manejando miniaturas, un cerebro en ebullición, vertiendo su lava desenfrenada en los barrancos del arte, un terrible y triste genio, a menudo sublime, a veces grotesco, siempre al borde de lo patológico.

Finalmente, y lo más importante, él es un manifiesto hiperestésico, quien con anormal e, incluso con dolorosa intensidad percibe las imperceptibles y secretas características de la línea, de la forma, y aún mas, esos colores, luces y matices que son invisibles para los ojos normales.

Esta es la razón por la que el realismo de este neurótico, así como su sinceridad y su verdad, son tan diferentes del realismo, de la sinceridad y de la verdad de esos pintores holandeses (Se refiere a la Escuela de La Haya) que fueron tan saludables físicamente, tan equilibrados mentalmente, que constituyeron sus antecesores y maestros. Sin embargo no se debería pensar que Van Gogh no es un producto de esos mismos ancestros, él es un buen holandés del sublime linaje de Frans Hals. Más aún, como todos sus ilustres compatriotas, él es, en efecto, un realista, un realista en el más básico sentido del término. (Albert Aurier considera realista tanto la obra que refleja objetivamente un tema, como la que refleja subjetivamente ese mismo tema, considerando que tan verdadera es una versión como la otra).

...No cabe duda de que tiene una conciencia cabal de la materia, de su importancia y de su belleza, pero también considera esta materia embrujadora como una especie de lenguaje maravilloso destinado a traducir la Idea. Casi siempre es un simbolista que siente la necesidad de recubrir sus ideas con envolturas materiales... por debajo de esa envoltura física subyace en casi todas sus telas, para quien sepa encontrarlo, un pensamiento, una Idea, que es el sustrato esencial de la obra, y es al mismo tiempo su causa eficiente final.

... Van Gogh no es solo un gran pintor entusiasta de su arte, de su paleta y de la naturaleza; es también un soñador, un creyente exaltado, un devorador de bellas utopías, que vive de ideas y de sueños...

...su color es increíblemente deslumbrante. Que se sepa es el único pintor que percibe el cromatismo de las cosas con esa intensidad... "

Albert Aurier, poeta, crítico y pintor, era amigo de Seurat, el que llevó la teoría del divisionismo (puntillismo) a la pintura. Fue redactor jefe de la revista “Le Moderniste”.

Aurier, defensor del simbolismo, aprovecha este artículo para considerar a Van Gogh como simbolista, y, en segundo lugar, para unir interesadamente realismo con simbolismo.

Vincent, modesto e inteligente, agradece a Aurier su artículo, pero rechaza sus alabanzas y su encasillamiento, en su carta 626ª fechada en Saint-Rémy el 10/02/1890 :

“Querido Monsieur Aurier, muchas gracias por su artículo que me ha dejado sorprendido...con sus palabras crea usted los colores y al volver a mirar mis cuadros los encuentro mejores de lo que en realidad son, más ricos, más significativos... Sin embargo me siento incómodo, pues considero que lo que dice convendría más a otros que a mi... con esto quiero decir que, referidas a mi son equivocadas las cosas que usted dice, y que mejor debería decirlas de Monticelli, a quien yo debo mucho. Igualmente debo mucho a Paul Gauguin, con el que trabajé algunos meses en Arlés...

... me parece sumamente difícil establecer una distinción entre impresionismo y otras cosas; no veo la necesidad de tal espíritu sectario como el que se ha evidenciado en estos últimos años; en realidad, temo que resulte ridículo...

...en el próximo envío que haga a mi hermano, incluiré un estudio de cipreses (F620; JH1748) para usted, si me hace el honor de aceptarlo como recuerdo.”


Año 1890. Del 20 de Marzo al 27 de Abril, Van Gogh expuso en el Salon des Independants 10 cuadros (entre ellos F637 y 662) y otros tantos dibujos. George Lecomte, en “Art et Critique” de 29 de Marzo, decía: “El feroz impasto de Monsieur Van Gogh y su exclusivo uso de los colores que armoniza fácilmente, causan efectos poderosos: el fondo violeta de “Cipreses” y la sinfonía verde del paisaje producen una vívida impresión (F719 ?)”.

Lecomte era un conocido escritor francés, simpatizante del anarquismo, y editor de una revista simbolista semanal titulada “La Cravache”. Escribió artículos en defensa de Pissarro y Sisley.


Comentarios tras la muerte de Van Gogh. Aunque después del fallecimiento de un artista, o de cualquier persona, suelen brotar alabanzas al fallecido, se han escogido tres comentarios que, por su contenido, parecen eludir hasta cierto punto esta influencia.


Diciembre, 1890. Frederick Willem van Eeden escribió en esta fecha un artículo, publicado en la revista “Nueva Guía”, unos cuatro meses después del fallecimiento de Van Gogh:

“... No comprendo por qué la obra de Vincent van Gogh me afecta tan directamente y con tanta intensidad... Difícilmente puedo separar de mi mente el recuerdo de sus cuadros. Veo sus colores en los objetos que me rodean y me sorprende contemplar la belleza de cosas que antes no me llamaban la atención. El no es menos moderno que otros artistas contemporáneos, aunque quizá sea menos refinado o menos sutil.

Vincent empleaba colores fuertes, vivos, y no los colores suaves de los mejores pintores holandeses contemporáneos. Él no usaba los colores grises delicados, o los suaves ultramarinos, o los amarillos ocres, sino solamente colores violentamente brillantes: verdes resplandecientes, bermellón puro, violeta-morado intenso, fuerte azul cobalto, y sobretodo, los amarillos, un fiero, brillante y brutal amarillo-cromo.

A mí me gustaban estos colores, pero no supe cuánto hasta que vi los cuadros de Van Gogh. Esta inclinación hacia los colores vivos quizá constituya una inclinación primitiva, pero quizá, al mismo tiempo, sea una expresión de refinamiento. Todos los pueblos del sur, y los asiáticos, emplean colores más vivos que nosotros los holandeses. Sin embargo, los pintores flamencos y holandeses primitivos de los siglos XIV y XV crearon cuadros con colores brillantes, y en los tiempos antiguos, los holandeses sabían combinar espléndidamente los colores vivos en sus vestidos y en sus efectos personales.

... Generalmente se piensa que los colores brillantes no son tan bellos como los tonos suaves, y se considera su uso como poco refinado o infantil. El colorido de Van Eyck no se puede considerar poco refinado, ni infantil las acuarelas japonesas. Van Gogh decía que” los pintores holandeses carecen de coraje para usar los colores genuinos en sus cuadros”.

Se necesita coraje para usar esos colores, por la dificultad y el peligro inherente a su empleo. Quien los usa pobremente produce algo realmente feo y peor que si emplease tonalidades más suaves.... Descubrí que Van Gogh era, al mismo tiempo, brutal y bello en su manera de pintar. Exageraba mucho. A veces pintaba árboles rojo sangre, hierbas verde-azuladas y rostros amarillos azafranado.

Mas tarde pude comprenderlo. Tras ver sus cuadros empecé a ver sus colores en los objetos, porque él era capaz de extraer los colores esenciales de las cosas.

En el cielo, al anochecer, hay verdes, mientras abajo, en los campos, surgen colores púrpuras, y él pintaba la combinación verde-púrpura de una forma maravillosa. Y era maravillosa porque era verdad. Había elegido la correcta combinación de colores, que se correspondían con la belleza encontrada en la naturaleza, y que él había extraído en toda su pureza y plasmado en un hermoso contraste. Él podía enaltecer la armonía de los colores manteniéndolos en un equilibrado balance.

Cabe preguntarse ¿Debemos pedir siempre al artista que reproduzca la apariencia real de las cosas, o más bien, uno debería pedir que el artista exprese tan fuertemente como sea posible su visión de la realidad, lo que es capaz de apreciar a través de su vida espiritual o emocional?

Frederick Willem van Eeden era un médico holandés, que fue dejando paulatinamente su profesión para dedicarse a la actividad literaria y a la realización de experimentos sociales. Fundador de la revista “Nueva Guía”. Escribió poemas, novelas, ensayos y una autobiografía. Es posible que conociese la obra de Van Gogh expuesta en Les XX en Febrero de 1890, en la que Van Gogh seleccionó cuidadosamente y presentó los siguientes cuadros: F 456; 454; 1522; 516; 495; 737.

Nota del Autor. Permítaseme un comentario personal para citar una experiencia que parece coincidir con algo de lo expresado por Eeden. En mis viajes frecuentes por las provincias de Sevilla y Cádiz, cuyas campiñas presentan un paisaje típico mediterráneo, similar a los de La Provenza, a veces algo me llama la atención y me recuerda a Van Gogh. Me he parado, me he bajado del coche, y he contemplado con detenimiento el paisaje. No eran las formas lo que llamaba mi atención, más bien creo que era esa combinación especial de colores que él era capaz de ver, y que en cierta manera puede haber transmitido a sus admiradores. He hecho fotografías y no he podido grabar en ellas la impresión recibida.


Febrero de 1891. En la exposición organizada por Les XX en Bruselas, se presentaron ocho cuadros y siete dibujos de Van Gogh (entre ellos F450, 690; 785; 1430b; 1467; 1531). Como consecuencia, apareció en la revista “La Nation” un artículo firmado por Emile Verhaeren, cuando habían transcurrido seis meses del fallecimiento del artista.

“... a los colores amarillos les niega el más ligero matiz, los azules gritan, y los colores negros rodean los objetos a fin de producir un bárbaro conjunto. Los cielos aparecen agitados por ciclones, los árboles doblados como suplicantes, y las rústicas y primitivas figuras humanas se definen en términos ponderados de poses y ritmos. Monsieur Van Gogh es, sobretodo, decorativo. Para ver mejor sus cuadros, el espectador debe estar a gran distancia. La técnica es rudimentaria y parece infantil, pero cuan grande es la simplicidad de sus dotes. El dibujo no es menos poderoso, es de una loca impetuosidad, a la manera japonesa. Su mano es segura, pero, al mismo tiempo, asombrosa en su impaciencia. Las pinceladas son largas y vigorosas, el conjunto majestuoso... “

Emile Verhaeren era un poeta belga de lengua francesa. Su principal inspiración estuvo en los paisajes y en la vida de Flandes. Su obra se expresaba en verso libre afín al simbolismo.


Abril. 1891. En París, en el Salon des Independants se expusieron diez cuadros de Van Gogh, entre ellos F555, 677, 771, 798 y 802. Eugéne Tardieu, crítico de arte, francés, de no mucho renombre, firmó un artículo publicado en “Le Magazine Francais Illustré”, unos nueve meses después de su muerte-

“... se dice que era un incansable trabajador, soltero y místico... tenía además una imaginación poderosa, todos los dones de un pintor, y sin duda, tenía muy poco de lo que vulgarmente se llama “sentido común”. ËL impulsaba las teorías que aceptaba hasta un extremo que se convertían en perfectamente incomprensibles.

De los diez cuadros expuestos solo puedo comprender dos o tres, un campo de bello y delicado color verde, que se extiende hasta el infinito bajo un cielo azul celeste (F778 ó 782 ?) , un “Sendero en Arlés” de sorprendente colorido que causa una fuerte impresión (F486, 487, 568 ó 569 ?), y una “Resurrección de Lázaro” (F677; JH1972), que es una extraña interpretación de una conocida obra de Rembrandt...

El nombre de Vincent van Gogh sin duda sirve de pretexto para interesantes discusiones artísticas, de las que pueden surgir nuevas verdades. Este extraño pintor tiene algunos apasionados admiradores, y su carácter atrajo fuertes amistades...” Sugerencia. Me atrevería a sugerir al lector, que, si le place, seleccionara de estos comentarios aquellos aspectos que considerare de interés y que, a su juicio describen mejor a Van Gogh, y los retuviese para que le sirviera de término de comparación para futuras críticas y comentarios que pudiera conocer.

José Navarro

Utrera (Sevilla) España, Abril 2003


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